Fuera de lugar

¿Sabes esa sensación de no pertenecer? ¿Esa sensación de que no tienes nada en común? De ser tan distinta que puedes llegar al punto de preguntarte: ¿tú qué haces aquí? Y entonces te preguntas: ¿Y, si no sigo aquí, a dónde voy a ir? ¿Qué lugar me queda? Y me pregunto ¿Por qué? ¿Por qué seguir? ¿Qué razón hay? Pero es peor dejarlo ¿o no? Quién sabe.

Sólo puedes seguir un camino y no hay manera de dar marcha atrás para cambiar esa decisión que hiciste hace meses, quizás incluso años. 
No existe máquina del tiempo alguna, aún no por lo menos. Ojalá, bueno a lo mejor no.

¿Tan malos son los cambios como para agachar la cabeza ante ellos? ¿Tan arriesgadas las decisiones como para dejar que otro las tome por ti? ¿Tan profunda la piscina como para que nos de miedo tirarnos? Quién sabe, quizá sea el destino quien quiere que te sientas apartada, de otro mundo. Pero, ¿acaso no tenemos derecho a cambiar nuestro destino? ¿O es tan solo una frase bonita y universal? ¿Y si ni siquiera existe?

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