La oveja negra

Tengo que irme, evadirme, alejarme simplemente porque no soy el tipo de persona del siglo XXI. No cumplo con los estereotipos: no mantengo al día mis cuentas subiendo tweets cada cinco minutos y una foto al día, no pongo comentarios chorrra, no hago que el mundo entero sepa si he jugado un partido, si lo he ganado o si lo he perdido, si he estado con mis amigos o mi familia. Y no acaba ahí, lo peor, sin duda, el mayor defecto que tiene esta generación y una de las mejores características que tenía la anterior, es esa capacidad de hablar cara a cara sobre cualquier tema tanto serio o como sin importancia, para así tener la posibilidad de fijarte en su expresión, en los cambios del tono al hablar o incluso en sus gestos. Ahora eso se ha perdido y lo que queda son los whatsapps, los mensajes, las llamadas de teléfono y lo más parecido a un cara a cara es nada más y nada menos que el Skype.

Y esa, ESA no soy yo. Y no creo que por eso sea más sosa, más seria o menos divertida, simplemente estoy un poco retrasada, un poco chapada a la antigua como dicen algunos y bastante más sociable (si me preguntáis a mí).
Soy esa oveja negra que se ha perdido y no se encuentra, esa pieza del puzzle que no encaja. Y a pesar de los momentos duros, difíciles y, a veces, deprimentes (porque los hay); vagando por el mundo con la única compañía de mi mente, soy feliz.

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